María Gómez

Cuando era una niña y vivía en Sevilla, recuerdo una noche de verano que iba con mis padres a casa de mi abuela. Ella vivía en el barrio de Santa Cruz y justo al llegar a la plaza del triunfo, saliendo del patio de banderas, me quedé ensimismada escuchando a un guitarrista que inundaba todo el barrio con su música.

No fue solo el guitarrista, también fueron las sombras de la guitarra reflejadas en las paredes del alcázar con  la luz de la luna; el olor de los jazmines, los naranjos, la dama de noche y la tremenda tranquilidad que rodea a ese barrio en verano. Le pedí a mi padre que me dejara quedarme un rato más con el guitarrista  y me senté en un escalón a disfrutar del espectáculo.

Dar un paseo conmigo, debía de ser un poco desesperante para cualquiera, ya que me paraba a observar todo lo que me llamaba la atención. Cualquier cosa podía captar mi atención; una persona, un edificio, alguien dibujando, una conversación, una calle…

Después salía corriendo a casa, para no olvidarme y poder apuntar todo lo que recordaba en un cuaderno. Ahora me da risa al recordar, la de veces que desviaba mi camino al “cole” persiguiendo a algún personaje curioso, como si fuese una pequeña espía. Esa fijación con el tiempo se fue acentuando, porque cobró sentido para mí.

Descubrí que yo también quería ser artista. Eso si, mis persecuciones se volvieron muchísimo más discretas. El observar a todas esas personas y detalles que encontraba a mí alrededor  me  ayudó, sin duda,  en la interpretación, pero todavía mucho más,  cuando  comencé a crear mis propios espectáculos  y a llenarlos con todos esos detalles que alguna vez apunte en mi cuaderno.

Empecé con monólogos cómicos y con ellos fundamos  la compañía “La Matriarca”. Compuesta por Olga Hueso, Amparo Oltra y Antonia Triviño. Estuvimos de gira con el espectáculo tres años. Seguí con escenas cortas “Merengue Kio”  “La alarma” y “El vecino”  y de ahí nació la compañía Nada Delirios dirigida por Riccardo Rigamonti.

Cartel de «Pues…tísimas» montaje de La matriarca produce

El año pasado escribí “Translúcidas” una obra de teatro cómica que se estrenará en Marzo. En esta ocasión no he sido presa del autosabotaje ¿Y si no lo entiende nadie? ¿Y si la historia no está correctamente escrita? ¿Y si el público no se ríe? ¿Y si en medio de la representación nos abducen los extraterrestres y dejamos la obra a medias? ¡Horror! Al final he dejado los “y si” a un lado y he decidido seguir el camino de hacer y de dar salida a todas mis capacidades, gracias a la oportunidad que me brinden otros o las que genere yo misma. Después de todo  un artista, para crear, solo necesita ponerse manos a la obra como una vez lo hizo el guitarrista que pude ver cuando era niña.