El pasado Octubre comencé a trabajar en la obra Dios los cría y ellos lo intentan, y durante los últimos meses hemos estado actuando cada Sábado a las 20:00 en Off Latina. Dirigida por Dani J esta alocada comedia entrelaza la historia de varios personajes en su búsqueda desesperada de encontrar el amor.

Cuando comienzas a trabajar en una sala off quizás lo último que te imaginas es poder colgar el cartel de todo lleno durante tantas semanas seguidas como lo hemos hecho con esta obra e incluso conseguir hacerlo en fechas complicadas como la Navidad o los puentes. Pero con Dios los cría ha sido así durante seis meses. Uno de los secretos de su éxito es el fantástico grupo de actores juguetones y divertidos que forman el elenco. Y es que cuando se crea buena energía entre los actores, esta, sin duda, se transmite al espectador.

Es cierto que no todos los públicos tienen el mismo humor y que a veces los gag pueden no entrar, no entenderse, o sencillamente no gustar. No todas las funciones son iguales y a veces toca lidiar con público más serios, pero forma parte de la aventura de hacer comedia y no creo que existan actores que no hayan vivido momentos como ese.  Ya se sabe que hacer reír no es tarea fácil, pero al mismo tiempo resulta tan gratificante ver que la gente se divierte, sonríe y se olvida de los problemas por un rato, que lo demás se vuelve secundario.

Una cosa interesante que estoy descubriendo a medida que pasan los años, es como en cada función los tiempos se van midiendo cada vez mejor y aprendes el porqué de que unas veces un mismo gag entre bien y otras no. Es curioso descubrir que incluso un ligero matiz en un mismo personaje puede crear cambios grandes en la obra haciendo que el personaje crezca inmensamente o todo lo contrario. Y es que a pesar de que la comedia pueda parecer pura exageración, es una disciplina que está tan medida y requiera de tanta técnica y libertad al mismo tiempo, como cualquier otra.

Me parece un buen momento para recordar lo importante que es tener sentido del humor, reírse mucho y no olvidarnos de que cuando alguien nos hace reír, está mejorando un poquito nuestra vida.